Los bosques mundiales afrontan un serio peligro de deforestación y degradación, con pérdidas de superficie forestal de 1,3 millones de kilómetros cuadrados entre 1990 y 2016. Las presiones sobre los ecosistemas forestales europeos derivadas del cambio climático y la gestión forestal insostenible constituyen un motivo de preocupación. Estas presiones podrían incrementarse en el futuro, debido a la demanda creciente por parte de los sectores de la bioenergía y la bioeconomía. La protección de los bosques conlleva la protección de la biodiversidad y la acción en favor de un territorio climáticamente neutro y resiliente.